lunes, 25 de julio de 2011

Quinta nota "Ahora siento"



Ahora siento.  “América”, grito al ver tierra. Es un grito reflejo, que suelto sin haberlo ensayado. Me sale natural y siento la misma emoción de aquellos primeros navegantes que se aventuraban en el océano sin saber ni entender que al final, a muchas horas de viaje, de muchos días, de semanas, más de lo que tu lógica te deja pensar, se ve una nueva tierra. Una tierra que te han dicho, que has interiorizado que existe,  que está allí y que si viajas sin descanso hacia el oeste y no paras,  después de muchas guardias, de muchos cigarros, de muchas estrellas, siestas, de mucho camino, de mucho emigrar hacia ese sueño, es real y llega un día que aparece como un fantasma  en la proa del barco y puedes sentir nuevos misterios y un cambio de etapa.
Ya he llegado al caribe, ya estoy en tierra otra vez, pero no en casa, sino en casa ajena, donde todo será nuevo, donde poder parar y hacer una pausa en mi cabeza para asimilar la nueva situación.
Es el fin de mi compañía.  Ahora toca ir solo.  Marc, que vivió conmigo todo mi periplo hasta aquí, se desembarca. Ha sido un  viaje duro para los dos. Si va todo como una seda,  también puede resultar ser duro, ya que la cabeza se pone al límite en este tipo de viaje. Tienes que saber dónde te metes y trabajar todos los días para que la convivencia sea fluida todo el tiempo. Para mí que soy muy nervioso y estoy acostumbrado a estar solo, me cuesta mucho trabajo personal aprender a compartir una experiencia así, y eso que aprendí mucho en otra travesía atlántica, donde por cumpa de la cabeza lo pase muy mal y lo hice pasar mal al resto de la tripulación por chorradas, que en ese momento parecían un mundo y te hace no saber valorar el regalo que te entrega el universo en colocarte en esa situación, en esa vivencia tan única.
Ahora Marc me deja y me regala la frase que más me ha gustado oír en años.  Me dice que volvería a hacerlo otra vez. Me hace olvidar todos los pequeños problemas que mi cabeza creó y que me hacían olvidar parcialmente de la gran vivencia que hemos tenido juntos y que nos ha elevado a los dos. Mi corazón esta tranquilo y feliz.
Ahora sí que estaré solo de verdad, con mi casa, con lo único que poseo, mi barco al otro lado del charco. Estoy en el caribe, muy lejos España. 
Si quiero regresar, hay que plantear un viaje largo y puede que más duro para volver.
Con cientos de nuevas interrogantes, de muchas dudas de futuro, ya que mi economía es muy precaria, apenas si tengo dinero ya para poder volver a Barcelona con el barco. Si eso es lo que quiero, tendré que gastar casi nada y guardar el dinero suficiente con el que preparar el barco. Pero no lo tengo claro, eso me lo dice la cabeza, pero el corazón, con unas pulsaciones muy fuertes me dice, “sigo hacia el oeste, ahora ya he roto las amarras, ya tengo el sabor de un océano y quiero probarlos todos, quiero más, quiero seguir y complicarme la vida hasta mi limite, para aprender para conocerme”.
 Pero ahora lo primero es que Marc se marcha, es el presente lo que cuenta, lo que quiero sentir. Ya no voy a tener compañía con quien repartir guardias, inventar en la cocina para disfrutar los regalos del mar y aprender a ser panadero, a hacer de la rutina algo divertido, de descansar a pierna suelta, porque en mi sueño, el barco navega seguro en una mano amiga. El compañero con el que le vi la cara más dura al océano y que nos hizo aumentar para siempre el respeto a ese espacio de agua salada que te da todo y que te lo puede quitar todo, se va.
Empieza una nueva etapa, en la que caminare solo. No, solo no, con el barco, mi talismán de viaje inseparable, que el capricho del destino me puso delante para que me enamorase de él y fuese su compañero y amigo, sin teatro, sin pensar en nada, sin juicios.  Es quizás la mejor de las sensaciones. Cuando descubres, cuando sientes, cuando aprendes que el barco es un ser vivo. Eres tú mismo, si te cuidas, el funciona, si estas alegre él hace las millas fáciles, pero si es al contrario, si no trabajas para estar mejor, si te entristeces, él se cae, se pone feo y necesita de tu empatía para recuperar el ánimo y volver a brincar las ola con juventud y darte todas la millas que tu alegre corazón necesita devorar. Es realmente una prolongación de mi ánimo y solo necesito echarle un vistazo, para verme reflejado y saber cómo me encuentro. Él es yo mismo y no esconde nunca nada.
Le Marín, Martinica, a 13 días a vela de Cabo Verde, a unos 60 días de Barcelona. Estoy en tierra firme. Mi barco me espera para que yo sienta por primera vez la soledad. Es una sensación agridulce. Solo, con mi barco, puedo ir donde quiera, hacia cualquier parte, soy más libre de lo que jamás haya sido. El mundo es mío. Solo yo decido.  Si quiero volver, vuelvo, si quiero seguir hacia cualquier otro lugar, pues simplemente voy.
Y el corazón me grita, “conozcamos todas las Antillas”.
Y tú, Ni Banu, que dices, “De regresar siempre hay tiempo y aquí se está tan tranquilo”

jueves, 21 de abril de 2011

Cuarta nota "Océano"


Océano, quiero escribirte  frases bellas. Quiero decirte, que la luna está llena esta noche y pienso en nosotros, veo reflejada tu cara en ella y siento que estas dentro de mí. El viento sopa con fuerza y mi corazón tiene golpes directos de ti. Me siento lleno y libre, hoy no quiero nada indirecto todo es esencial, hoy todo es real, no tengo promesas, solo realidades.
Blanco, no hay nada más. Solo las estrellas es lo que veo brillar, no estas entre mis brazos pero yo te siento y no hay nada más. Las veo brillar y solo veo, que no hay nada más.
Vivo luchando por ti y mi vida está  llena de estiba, y el viento sopla con fuerza. La risa está presente en la noche blanca. Te siento esta noche y aunque no estás conmigo te toco en la esencia de la infinita presencia de la oscuridad.
El misterio es mi amigo y amo la luz del camino, amo este viaje al que me estoy llevando. Mi alma, mis huesos, mi ruta es la que yo elegí y no entiendo otra.
No puedo olvidar tu mirada y tengo la cabeza alta y mis lágrimas me dan la fuerza para seguir buscando todo, estoy lleno de todo, no te tengo pero te tengo. Que contradictorio, puedo llorar pero no me hace daño, puedo llorar y las lágrimas no me hacen mal.
Puedo sentirte en mi interior y no puedo controlar mi corazón. A las seis de la mañana no puedo controlar tu imagen en mi cara, llévame donde quieras adonde tú quieras. Estoy seguro a dejarme arrastrar, me siento en mi pasado, veinte años atrás.
No tengas piedad de mí, dámelo todo, hoy tengo tiempo, quiero sentirte frente a mí. Tengo tiempo para acordarme de ti lo quiero todo ahora. Y el viento sopla tan fuerte.
Mi sangre hierve como en primavera, pero es otoño y no lo es. Hierve mi sangre y  me siento en la calle más segura y ancha que jamás haya recorrido.
Donde están las dudas, donde estas las peleas, se las ha llevado todas el viento, solo quedan las realidades de lo bello de lo sagrado de lo vivido. Dame más millas, las rejas ya no existen en esta ciudad. El aburrimiento no está ni al principio ni al final, no hay ni infierno ni cielo, no hay muerte ni decepción, la aventura no es huir, no hay exilio, solo estas tú.
Pasan los días y no se ve el final, no quieres pensar, quizás sea eterno, quizás quiero mirar al cielo y morir aquí, no se ve el final.
En esta galería eterna que no acaba nunca, no quieres pensar, solo compartir el estallido de tu soledad.
Quieres formar las canciones con las notas urgentes del presente, de la fuerza que surge con la verdad que no te deja huir.
Mi mundo se acorta, pégate a mí. Pégate y sentiré lo que quiero más adentro. Mi destino es este, no lo maldigo, mi suerte es la que me hace vivir compartiendo nuestra soledad.
Soy las seis de la mañana otra vez y estoy decidido a dejarme arrastrar. La mañana me dice cosas que ya escuche por la noche de los días atrás y estoy dispuesto a dejarme arrastrar. Noches de sol, días de luna y te preguntas como y te respondes hasta cuándo. No quiero llegar.
“Ni Banu, mi compañeros de viaje”, no responde, silencio, pero lo siento, siento nuestro navegar.

viernes, 11 de marzo de 2011

Tercera nota "Hacia el Atlántico"

Nota tercera. “Hacia el Atlántico”

Hacia el atlántico. Por fin vamos a navegar por el océano atlántico, años enteros deseando, preparando, imaginando salir al atlántico y navegar sus grandes olas junto a mi barco, pero antes hay que cruzar la puerta, y esa puerta no es poca cosa, es la primera de las grandes pruebas, para atravesar esta puerta hay que pensarlo y estudiar bien antes. El corazón, al que siempre intentó seguir me ha dado muchas satisfacciones y también me ha metido en algún que otro lío y esta vez me va a proporcionar las dos cosas
El parte meteorológico no es nada favorable, vientos entre 15 y 20 nudos del oeste para los próximos cinco días. Pero hoy toca navegar, si salimos a las seis de la mañana, la corriente está a nuestro favor, y podremos aprovecharla para atravesar el estrecho y una vez en el océano, todo será favorable y podemos bajar rumbo directo hasta nuestra próxima recalada, la isla de Lanzarote.
Todo empieza muy bien, y el barco aparejado con su pequeña trinqueta le va ganando millas al estrecho, pero no las suficientes, y poco a poco la corriente se va convirtiendo de corriente favorable, a corriente en contra. Con esta nueva situación, todo da un giro, y la navegación se convierte en algo duro, lento, tortuoso. El barco está bien trimado, lleva todo su trapo al aire, navegamos como en tantas ocasiones en contra del viento, pero la velocidad apenas supera los dos nudos. Llevamos todo el día navegando, aunque más bien diría peleando y apenas hemos recorrido 20 millas. Está bien, he aprendido la lección otra vez, esta será la última, lo prometo, la próximas le hago caso a la cabeza, pero la próxima, ahora hay que salir de esta. Se nos echa la noche encima y aún estamos casi en medio del estrecho, así que cambio de planes. Una vez leí, que los cambios de planes son la salsa del viaje, y como estoy totalmente de acuerdo decidido poner rumbo hacía Barbate de Franco, ya que el rumbo hacia este pequeño pueblo pesquero, me es más favorable que seguir intentando llegar al final de la puerta del estrecho,  aunque aún estemos cerca del continente africano y tenga que atravesarlo de costa a costa. Vamos a llegar de madrugada, agotados de todo un día de navegación, en el que me da la risa mirar las millas recorridas, el estrecho nos ha ganado, como siempre hace, ha impuesto su ley, y esa ley no se puede romper, pero por fin lo hemos superado, aunque sólo a medias, sólo nos ha dejado llegar hasta Barbate, vapuleados y con el ánimo por los suelos, será mejor descansar, comer atún de todas las formas posibles que lo preparan aquí, que son muchas, y enfrentarnos al gran océano mañana.
A levantarse, ahora sí Ni Banu, nos vamos al atlántico, hoy no nos lo quita nadie, a navegar a navegar, llegó el día, hoy sí. Miramos el parte meteorológico de nuevo, y veo que será una navegaba  muy rápida con vientos fuertes a favor, es uno de esos partes en los que piensas que sí  se equivocan y sopla más de la cuenta , estás jodido, en el océano es mejor no bromear, pero hemos deseado esto durante muchos años, demasiados años, que no sea un viento favorable fuerte a favor el que nos eche para atrás. Y con estas reflexiones, vuelvo a seguir los impulsos de mi corazón.
Miro el barco, y lo veo aún más lleno de vida, ya no navega, también baila, juega con el viento, con las olas, con el océano, ahora si se siente en casa.” Habla Ni Banu, cómo te sientes”              -Ahora sí soy libre, el océano es tan grande –Me emociona lo que oigo, y no dejo de pensar en la gran paciencia que ha tenido esperando este momento, y me pregunto, si seré capaz de aprender esta virtud. Quiero aprender a saber esperar, este es uno de los grandes retos que me pongo en este viaje, aprender a ser paciente, aprender a esperar, aprender lo suficiente para no desesperar cuando quiero conseguir algo y no llega, aprender a saborear lo lento, a no forzar nunca. Quiero que llegue el día en que con cientos de millas por delante, navegar a escasos 2 nudos no me saque de mis casillas. Siempre con las prisas en este mundo moderno, me han hecho absorber que en el que no corre no gana, pero algo me dice que eso no es verdad, y sé que el camino de la lentitud, me hace más libre.
El viento sopla muy fuerte, la predicción empieza mal, tendría que estar soplando una ligera brisa, pero el viento sopla muy fuerte, aunque navegamos a gusto rumbo al sur, hacia las canarias, en cinco noches ya veremos  Lanzarote. Por fin saboreamos los placeres del océano, olas grandes pero largas, que nos hacen sentir la gran potencia que acumula un océano. Son olas que viajan cientos y hasta miles de millas, y aun así son grandes y poderosas. Comienzan las rutinas, en la cocina los fogones comienzan a rendir sus frutos, salen panes, bizcochos, guisos con pescado y con las últimas compras de productos frescos. Es una delicia, surcando un océano y sentirse como en casa. Llega la primera noche en el atlántico, por fin, empezamos las rutinas de las guardias, yo decido que haré siempre las noches, quiero acostumbrarme a cuando ya Marc no esté y navegue en solitario.
Qué maravilla, hemos atangonado el génova, llevamos toda la mayor arriba y navegamos en el océano, ésta será la forma más habitual de navegar para muchos días venideros. Todo es rutina, descansar, comer, pescar, trabajar con la carta de navegación, guardias, descansar…
Hasta ahora la previsión más o menos se iba cumpliendo, pero hoy no quiere seguir la regla. Hace horas que el viento no deja de subir de intensidad. Poco a poco hemos ido reduciendo el trapo, hasta que ya sólo queda la trinqueta .  En una noche más estaremos en puerto, pero esto se está poniendo muy serio, las olas empiezan a dar miedo, son las más grandes que haya visto jamás, y donde tendría que soplar 20 nudos ya sopla el doble. “dale Ni Banu navega rápido, que esto no me da buena vibración”. Empiezo a desear estar en puerto y cuando pasa eso solo hay una forma de llamarlo, miedo, pero navegamos seguros y a buena marcha, así que me digo, paciencia, ya está anocheciendo, cuando amanezca ya se habrá acabado todo, así que para adelante y vigílalo todo bien, para evitar más problemas. El temporal ya es un hecho, esto solo hay una forma de acabarlo, llegando al puerto, y mientras tanto nosotros disimulamos las preocupaciones escuchando a Marley, mientras surfeamos unas olas enormes, cada vez más grandes.
“Pan pan, pan pan, pan pan”, eso es lo que dice la radio, y eso es lo único que jamás quisiera oír en una situación como esta, es la señal de socorro que envía una embarcación y que por la calidad de la recepción debe de estar muy cerca. Marc contesta y les toma la posición, están solo a 14 millas, aquí al lado, pero por detrás de nosotros.  Nos hacen saber por radio que son dos personas a bordo de un catamarán que por culpa del temporal no tienen ya capacidad de gobernar. Pero están a 14 millas por detrás de nosotros y el viento ya sopla con rachas de más de 60 nudos, unos 120 kilómetros por hora, pero ese no es el mayor de los problemas, las olas ya alcanzan los 7 metros de altura, me es totalmente imposible mediar en contra de este mar. Les preguntamos cómo se encuentran y contestan que muy cansados pero bien. Les hago saber mi posición y que permaneceremos a la escucha, pero nos es imposible llegar con este temporal a su posición, y menos aún remolcarles, ya que el catamarán supera con creces el tamaño de nuestro barco. Ellos no disponen de radio de largo alcance, así que vamos a llamar por ellos a salvamento marítimo, y funciona a las mil maravillas, en nada se organiza el salvamento y Marc y yo podemos preocuparnos de nuestros propios problemas.
Es realmente mágico ver al barco, concentrado en medio del temporal, navegando como si siempre lo hubiera hecho. La situación aún no es desesperante y todo está bajo control, pero no tarda en saltar la alarma, en el radar sale el eco de un mercante que se dirige directamente hacia nosotros. Le llamamos por radio, una vez, y otra, y otra, es increíble, nada, cada vez más cerca, el temporal está en su máximo apogeo, no puede ser verdad, porque no contestan, se acaba el tiempo, se acaba, se acabó,” Marc, deja la radio, vamos a trasluchar”. Joder, trasluchar con fuerza 9 y olas de 7 metros a menos de 100 metros de un mercante, porque el de la radio está dormido. “Vamos haya”. La maniobra sale perfecta y me alegro de haber tomado la decisión a tiempo, ha faltado muy poco, vemos su popa perfectamente aun de noche, ha estado muy justo. Entre el miedo he sentido también mezcla de otros sentimientos, orgullo de a ver hecho lo correcto, pero sobre todo de haber sentido el barco en una situación como esta. Nunca había estado tan cerca de él, tan dentro suyo, éramos uno, él sabía lo que había que hacer, como coger la ola y bajarla, hasta qué punto meter el timón para virar y como deshacer lo hecho para que todo vuelva a estar como antes pero a salvo de obstáculos, con los tiempos correctos, te siento Ni Banu, me entrego a ti, te entregas a mí, siento que es mi protector, si, saldremos de esta.
Pero la dicha no dura mucho. Y de repente se cae toda la electrónica. “Nooo!”. Salto como el rayo a ver qué puedo hacer y dejo a Marc al timón, sin electrónica no funciona el piloto automático. La verdad no sé como pero en un periquete todo se arregla, toco no sé dónde, no sé qué cable, que se debe a ver aflojado con la maniobra, y todo vuelve a la normalidad, si se puede decir a nuestra situación normal.
Ahora si está muy duro. No puedo imaginar que se ponga peor. Navegamos atados con los arneses a la bitácora, el barco está cerrado con la puerta bien ajustada, me temo lo peor en cualquier momento. Miramos hacia el mar y la imagen es algo que es difícil describir con palabras, el mar está totalmente blanco, hay olas gigantescas rompientes por todas partes, son rompientes enormes, el mar ruge, ruge altísimo, no es creíble si no lo oyes, ruge ensordecedor. La espuma vuela por todas partes, el mar está pidiendo venganza y nos ha pillado a nosotros en medio. Si una ola rompiente nos agarra, estamos perdidos, pero a la vez, mezclado con el miedo, con la angustia, está la belleza. El mar es la belleza. Es el panorama más salvaje de la naturaleza y yo estoy en el medio viendo el espectáculo, que salga ya el sol, que no salga, muero de miedo y vivo gracias a él.
Y paso. La ola asesina llevaba muchas millas generándose, Alguna de sus hermanas ya nos habían avisado haciendo perder casi el control del barco, pero esta es la más grande de la serie y actúa en el momento justo. Explota debajo de nosotros y no somos más que su capricho para su trayectoria.
Todo pasa muy rápido. Son solo fotogramas los que se me quedan grabados, como flases muy lentos. Miles de litros de agua salada encima, la necesidad de agarrarse con los dos brazos a algo muy firme del barco, la sensación contra natura de apoyarte en el barco totalmente acostado en uno de sus lados sin perder el equilibrio, dándote cuenta de que estás de pie pero el barco no, buscar a tu compañero pero la confusión no te deja verlo y tienes que esperar, y una extraña sensación de lentitud en todo lo que está aconteciendo, mezclado con un increíble silencio que no puede ser real, con una serenidad que no es real, es muy raro, estoy bien, pero hasta cuando, lo piensas serenamente,  pensando mucho pero con la mirada perdida, cuánto va a durar esto, todo va muy lento, y de repente, zas, se adriza el barco, todo vuelve a estar en su sitio.
Marc está bien. Te vuelves frio, “estas bien”, “si”, pues a otra cosa. El ruido ensordecedor ha vuelto, y se mezcla con el que hace el agua al salir de la bañera. Se me graba ese ruido para siempre. Empiezo por coger el timón y poner el barco a rumbo, a favor del viento. Ya he visto que el palo sigue en su sitio, eso sí es una buena noticia, pero hay muchos otros problemas, la capota de tela con tubos de inox, se ha destruido mientras nos protegía de un golpe mayor de la ola, todo está hecho un desastre, no queda ni un solo cabo abordo, todos están arrastrándose por el agua y no quisiera que se enredaran en la hélice, me va a hacer falta el motor para salir de esta. Pero la peor parte se la ha llevado el arco de inox que esta atrás del todo y que me sirve para sujetar el barco auxiliar, y llevar las placas solares. Delos cuatro puntos de apoyo, se han soltado los dos de babor  y las placas se han quedado colgando por los cables eléctricos, increíble, también se ha arrancado todo el balcón de babor y roto de cuajo los cables que hacen de barandilla. A trabajar. No hay tiempo que perder. “Marc, todo lo que no sirva, por la borda, hay que recoger todo, ya”, le digo mientras le pido que me estreche la mano para formar un solo equipo, bajo unas circunstancias al límite. Y nos ponemos manos a la obra.
Rápidamente se suben todos los cabos a bordo y se  limpia la bañera, esta era la parte fácil. “Marc, baja a ver si hay entradas de agua y ponte a la radio para darle nuestra posición a salvamento marítimo, pero diles que seguimos navegando por nuestros propios medios”
Tengo que hacer firme el arco, porque si sigue así se va a liar bien gorda. Pero el balcón que te protege no está, el mar sigue haciendo de las suyas y es muy difícil salir de la bañera, pero hay que hacerlo, o todo puede empeorar. Consigo pasar un cabo por el arco y lo hago firme con ayuda de un winche, contra el casco. Estoy saltando toda la pintura y la fibra, pero esto va a aguantar y no lo pienso más. Llevamos arrastrando el aro salvavidas, tiene mucha fuerza, no lo podré subir, cortare el cabo. Y al hacerlo, no sé cómo, me clavo la navaja en la pierna. Entro y me siento al lado de mi compañero. “me acabo de clavar la navaja en la pantorrilla”, creo que mi cara debe de ser un poema. Me chequea y “nada, no pasa nada”, la sangre deja de salir y llamar la atención rápidamente. Guardamos las placas solares antes de que se pierdan, así como la vela asimétrica, que el viento estaba sacando de su funda.
Todo está ya en orden en cubierta, a ver como ha quedado por adentro. Es un espectáculo dantesco. Todo, absolutamente todo, está fuera de su sitio. Todo está Mezclado, por el suelo. Es imposible pisar el suelo, que está colapsado de miles de cosas. Herramientas, cartas náuticas, libros, cristales rotos de botellas de vino, cojines, cuadros, toda la comida se a salido de los cofres, botes de tomate explotados se mezclan con todo, cubiertos, platos, cazuelas, todo. Las estanterías están vacías. Hay libros dentro del horno. Cientos de tornillos, tuercas, arandelas, remaches… están por todas partes.
Hay que encontrar la carta de la zona y el libro de los puertos de las canarias, las pilas para las linternas, por si acaso y todo lo que sea imprescindible ahora.
Estamos agotados. Un par de olas más nos recuerdan que se puede repetir la situación, pero al amanecer entramos en el puerto de Arrecife, todo ha terminado.
Después de amarrar el barco en el muelle, saltamos a tierra y nos sentamos a mirarlo, está herido, pero todo tiene remedio. La euforia que sentimos es grande como el océano, nos ha transformado. Pero dentro queda aún el terror dé lo vivido, tengo dudas de que hacer ahora. Miro a mi barco con emoción, “ y ahora que Ni Banu?”, -Ahora ya estamos en casa, ahora sí, yo solo se navegar”.

lunes, 7 de febrero de 2011

Nota segunda. "Rumbo al sur"



Rumbo al sur, rumbo al sur, hacia el sur, 180 grados, rumbo a África, la proa apunta hacia otro continente, ahora siente uno que si se aleja de casa, hacia lo desconocido, hacia lo inesperado, y es agradable.

 El Mediterraneo, ese mar cerrado que dicen que es una piscina quien no lo conoce, y traicionero,  mágico, lleno de cultura, aventurero, difícil, y poderoso quien le a visto alguna de sus caras, nos empuja hacia el sur. Bajamos a buena marcha y a vela. Horas, días con sus noches en contra del viento, en la bañera de Ulises, me hicieron creer en estos últimos  años que era algo personal, que era imposible encontrar la ruta en la que se conjuntara el viento a favor, con la ruta deseada, pero hoy es diferente, hoy es una delicia, hoy bajamos rumbo al sur a la vela y somos parte del mar, estamos juntos el la ruta, no en contra.

Tengo una pequeña y deliciosa duda, no se si aprovechar los vientos favorables y cruzar el estrecho sin parar o arribar a Ceuta y perder dos días en visitar la ciudad y sus alrededores, en compañía de Akun, que si decidió parar antes de saltar al Atlántico. Cabeza o corazón. La cabeza me habla y me dice cosas que me hacen ser conservador, ahora se puede cruzar el estrecho, mañana no lo sabes, aprovecha ahora que se puede, no arriesgues, tienes la oportunidad ahora, Me dice cosas lógicas y que a la vez me dan miedo y me hacen sentir, que en la vida hay que elegir, que hay que apostar por algo, que no se puede tener todo. Pero el corazón, el corazón es mas fuerte, es la llave de la puerta de la fantasía, que se hace realidad. Lo difícil del corazón es tener la fuerza suficiente para seguirlo, y para seguirlo si que tienes que aprovechar el momento, y hay que arriesgar, dejarte llevar y arrastrar por esa idea que llevas dentro y que notas que te arde, que notas que deseas y te cuesta realizar, esa es una buena sensacion, esa es la corazonada que necesito, esa es la que mas cuesta agarrar, y cuando mandas callar a tu cabeza y decides dejar quel corazón te inunde, lo tienes todo, te sientes el del cielo.

 El Ni Banu entra entre las columnas de Hércules, que custodia la bocana del puerto de Ceuta, ya estamos en África. Tan cerca de casa y en otro continente. Seguimos en España, pero todo a cambiado, otra cultura se mezcla con la nuestra, o es la nuestra la que se mezcla con la suya? creo que eso es la gran belleza de esta ciudad en la que se respira diversidad.
Es de noche y estamos cansados, pero mañana iremos con los del Akun a Marruecos. Nunca antes estuve en la África Árabe y tengo gran curiosidad. Cuando uno anda hacia los desconocido tiene miedo, por pequeño que sea el objetivo, se siente una pequeña preocupación y esa sensacion es la que aprovecho y saboreo para disfrutar el miedo. Es como en el cine de terror, siempre pienso en la cantidad de trabajadores que hay detrás de las cámaras en el momento en que filman las escenas mas terroríficas y me impide tener terror, pero siempre queda la fantasía del miedo, aunque sepas que no pasa nada. Pues en la vida real intento lo mismo, disfrutar de esa sensacion de miedo que te hace sentir vivo y  te ayuda a descubrir nuevos horizontes y a conocer tus limites. Mañana iré a Marruecos y hablare con sus gentes, veré sus ciudades, sus costumbres, comeré su cocina y saboreare su hostitalidad, que maravilla de futuro, pero mañana, hoy toca soñar.
Hemos llegado a un lugar imaginario. Después de casi morir en la carretera, en compañía de un taxista suicida que tiene demasiada prisa por llegar, para que así pueda llevar a otras víctimas y facturar mas, estamos en Chaouen. Un pequeño pueblo en el interior de Marruecos, donde pasaremos la noche. Nunca nadie pinto el mar tan bien en el interior de la tierra. Todo es azul, las casas son azules con las puertas, las ventanas, los tejados, sus pórticos, las calles son azules, con sus macetas, sus tiendas... Se mezclan todos los azules oscuros con los claros, con los añiles, con los violetas de una forma caótica y organizada en la que se unen en perfecto matrimonio con el grandioso cielo azul africano de Marruecos, como si siempre hubiese sido así. No es obra del hombre, es obra de la naturaleza que uso al hombre como instrumento para su creación. Paseando por sus calles oscilantes, con continuas subidas y bajadas, serpenteando por estrechas callejuelas, uno se siente embarcado en un mar de tierra firme, donde se puede ver, oler y sentir todas las sensaciones que entrega siempre el inmenso azul. Perdemos las horas de un día entero navegando por sus calles y decididos a tomar un te nos amarramos en la cafetería local de su plaza principal, donde la corriente continua de sus gentes nos embriagan y llenan de gozo. Todo huele a hachís, y unos músicos locales nos obsequian con sus cantos, que mezclados con el humo y las horas de navegacion , nos hacen soñar, cantar y reír, Que felicidad!!
Despierto a las 6 de la mañana y salgo a ver como se levanta la ciudad, pero llego algo tarde, casi todo ya esta en marcha. Pasamos el día perdidos por sus calles y descansamos un uno de sus restaurantes a comer y dormir un poco antes de regersar a Ceuta donde el Ni Banu y el Akun nos espera con sonrisa y paciencia.
Después de mirar el parte meteorológico, decido que mañana cruzaremos el estrecho. El pronostico no es favorable pero, pero miro al barco y le pregunto, que?, tu que harías?, " yo no decido nunca, yo solo se navegar.!!

martes, 1 de febrero de 2011

Nota primera. "Detras del pantalan"

Detrás del pantalan, detrás de las cornamusas, detrás de la popa, lo dejo todo. Delante de la proa, delante de la mar, delante en el horizonte lo tengo todo. Detrás dejo todo lo que quiero, todo lo que tengo, todo lo que me da seguridad, la familia, el amor, los amigos, el trabajo conocido, los lugares habituales, las comodidades, todas estas cosas quedan atrás y las cambio por las futuras nuevas amistades, por los lugares desconocidos y que siempre me llenaron de curiosidad, por trabajos inciertos que me dejen seguir para adelante, por nuevos amores encontrados en un instante inesperado, por la mas confortable de las incomodidades, sentirte en el centro de la naturaleza a su merced, sin posibilidad de salir y lleno de vida. Todo lo cambio por la mas maravillosa de las inseguridades, que te lo da todo, la fuerza para salir de los problemas, el temple, la serenidad de saber que es lo que tienes que hacer sin que tengas que analizar y la paciencia del camino largo, en el que un solo paso es parte muy importante de ese camino recorrido.
Me siento eufórico, nervioso, alegre, con dudas y el sonido de la sirena de la bocina de gas que hago sonar me despierta para ver los ojos de los amigos que en el pantalan se quedan sonriendo y hablándome mientras el barco se separa del muelle para no volver en mucho tiempo. Al pasar por la bocana vemos a nuestras chicas que nos esperan para seguir a nuestro lado hasta el último suspiro posible, hasta el último metro de tierra firme. Al pasar a su lado nos miramos con la complicidad del amante y sonreímos. Es muy emotivo, pero unos metros mas y ya estamos en el mar. Todo a terminado, es el fin de las despedidas, es el principio de todo, y comienza una larga canción con la música del mar, del
 
 
 
 
 
viento, de la estela que deja la traza por donde pasamos, de la noches y los días, de los soles y las lluvias, de los delfines, de la pesca, de olas y truenos, de risas y lloros, de la abundancia y de la escasez.
El barco es el más feliz y navega como nunca, a una toda vela de adolescente, con el brío del animal salvaje que encuentra la puerta abierta, con la presteza del preso liberado, sale como la bala alada de un cañón rumbo al sur. No hay quien lo pare y navega por instinto.
Que extraño es. Todo el esfuerzo, el trabajo realizado, los enfados por que no te atreves y quieres, no son para irte a navegar a uno u otro lugar, no son para sentirte libre en el mar y intentar encontrar ese algo que no sabemos que es y en el que siempre pienso, no son para hacer millas y millas sin tener que pensar en nada mas que en la navegación, son unica y exclusivamente para coseguir cruzar la bocana, para cortar las amarras, para agarrar la belleza de ese primer dia de viaje en el que por fin te atreviste y que sin el no es posible que empiece el camino, es el primer paso, el mas difícil.
Por conseguirlo haces y haces y nunca llega, pero tu sigues creyendo que llegara y no cedes. Es el que te hace sacrificarte en todo y te hace creer que merece la pena. Por ese dia lo darias todo, pero aun asi no llega. Siempre tenemos las mejores excusas para retrasarlo, y algunas son buenisimas, tanto que las comentas con tus amigos para ver si los convences de tus razones. Solo si se lo dices a alguien que ya rompio las amarras alguna vez y sabes mirar tras sus ojos te tiembla la voz y dudas de tus mentiras. Ves en su mirada la comprensión de tu momento y esa comprensión te sacude como una espada y te deja triste el alma, pero a la vez te
 
 
 
 
 
 
 
cobijas en esa comprensión de alguien que si las rompio y sigues pensando que si llegara y te quedas satifecho .
Es increíble la facilidad con que nuestras contradictorias metiras, nos hacen engañarnos a nosotros mismo. Justamente a esos a los que nunca nos tendriamos que mentir. A los que tendria que ser mas difícil mentir, es a los que nos es mas facil.
El unico secreto es hacerlo. Solo cuando ya las has cortado te das cuenta que era muy facil, que siempre habias podido hacerlo. Es un segundo y ya esta.
Ya estas afuera. Y en unos poco segundos mas ya no te acuerdas de los enfados, esfuerzos, fatigas y te vuelcas en tu nueva y fascinante situación. Necesitas todo tu tiempo para disfrutarlo y saborearlo, no puedes mirar atrás y ademas para que, si lo hicieras solo verias tus mentiras, asi que miras entusiasmado para adelante , hacia tu nuevo horizonte y fantaseas con un futuro inminente y arrollador que anelas y del que no puedes escarpar.
Rumbo al sur, rumbo al sur. El barco es libre y navega milla tras milla. El no se cansa, el siempre vigila. En una playa de Ibiza nos esperan unos amigos tambien de viaje, en un barco igual. Son nuestros vecinos de pantalan. El barco lo sabe y pone rumbo a ellos sin descanso ni preocupaciones, saltando y riendo entre olas, con su onda risa, con esa risa de señor mayor que te hace tenerle respeto de sabio, pero que ves que aun es un niño. Canta de alegria canciones inventadas, que me hablan del gozo de juntarse con su amigo y antiguo vecino de pantalan y con el que ahora
 
 
 
 
 
 
 
navegara rumbo al sur. Nos canta canciones de amor, de libertad de felicidad y de la belleza de una reunion no pactada pero imposible de evitar con su amigo.
Miro el barco y lo veo hermoso, renovado, pleno, es para lo que nacio. Te hicieron para las grandes travesias hace mas de dos decadas y por fin van a llegar. Que paciencia tan infinita as tenido, como sabes esperar. Quiero apreder de ti, enseñamelo todo, hablame!. Siento mariposas en el corazon, y lo escucho atentamente. "Tranquilo, queda mucho viaje para escuchar. Ya veras que solo tienes que mirar y veras, escuchar y oiras, sentir y sentiras, es facil, tranquilo."
El no usa el reloj, no lo quiere. Me dice que para que lo querria, si el viento tanpoco lo usa. Pero hoy parece tener prisa y navega suelto y desvocado hacia el sur.
Llega la noche. Marc, mi amigo y compañeros de viaje hasta el caribe, se siente muy confortable y me propone que me valla a descansar, el hara la primer guardia. Yo siento la fatiga fisica de las emociones acumuladas y acepto encantado su oferta. Bajo y me hecho sobre la cama de mi camarote. Que sensación de sonidos gentiles corriendo por el casco, que delicia de balanceos, que maravilla de cancion que te da la sensación de estar haciendo camino y me recojo en el arrullo del mar para dormir uno de los mejores sueño que jamas halla tenido en toda mi vida. Sueños de azul, de marinero, sueño de olas, de aldeas por descubir, sueños de viaje. "Descansa Javier, descansa, todo esta bien, mis velas estas trimadas y la escora es leve, voy cantanto con mi amigo el viento baladas de otoño, descansa Javier, se feliz".
 

 

 
 
 
Ya la veo!. Grita. Ya la veo! Y apunta con su nariz hacia la tenue luz de la linterna de su amigo que le señala el camino hacia el. Nos acercamos con paso lento. La noche se nos hecho encima y es mejor ir despacio. Ya nos oimos, que alegria, que encuentro. Tantos años esperado esta celebración. Tiramos el hierro y quedamos placidamente fondeados al costado del Akun. Hinchamos rapidamente el kayac y salimos remando. Amedio camino, oigo a los barcos hablarse y reir, noto una enorme dicha en el hanbiente.
Al juntarnos se nos escapan las risas y los abrazos. No puedo parar de hablar y aun asi no se decirlo todo. Noto que a los demas les pasa lo mismo, ya que sus ojos hablan mucho mas que sus bocas. Comida y bebida entre amigos para la gran celebración y Marc nos sorprende a todos dandonos la noticia de que tanbien estamos festejando su cumpleaños.
Es imposible perder el tiempo. Siempre se esta haciendo algo, aun cuando no hacemos nada, eso es lo que estamos haciendo, nada. Pero nada puede ser muy amplio y tener muchos puntos de vista diferentes para personas diferentes. Asi que al dia suiguiente, desde el punto de vista de la supuesta gente normal, con vidas normales, decidimos no hacer nada. Un nada lleno de cosa interesante. Botamos el auxiliar rijido del Akun y nos vamos de excursión por los alrededores de la isla de Es Vedra. Llegamos a la caleta de Atlantis, y nos ponemos a explorarlo todo. Que zona tan increíble, es una playa casi en vertical. Dicen que es un sitio magico, y no tradamos en descubrir una especie de templo pagamo. Bajamos dando grandes saltos la playa vertical, que divertido, parece que podemos volar. Embarcamos de nuevo y
 
 
 
 
vamos hacia Es Vedra, autentico centro energetico de la zona. Al llegar, nos disponemos a seguir no haciendo nada durante horas, en las que nos bañamos, buscamos tesoros de caracolas, miramos el mar, miramos las muchas cabras de la zona, que a su vez tambien nos observan con cautela, hablamos poco pero suficiente para escuchar todo. El atardecer se presenta ya, y es hora de volver. Todo un dia en el que la nada se convirtió en un conjunto de pequeñas experiencias que te ayudan a iluminar el faro de la libertad. Al meterme en mi camarote, antes de quedarme dormido el pergunto al barco, que as hecho todo el dia?, y me contesta con tres palabras, nada!, tranquilo!, esperando!.